domingo, 17 de marzo de 2013

Un cuento diferente


La revolución de las puertas

En un planeta muy lejano habitaba la tribu Ashñagña, una población de puertas fabulescas, donde vivía nuestro amigo Fígaro, él era una pequeña puerta de madera  revolucionaria que creía en muchas cosas fuera de lo común, como que el cielo era verde. Sus coterráneos opinaban que era un loco porque en realidad el cielo no era verde, era rojo.

Un día Fígaro  estaba caminando por el bosque cuando de repente escuchó un hermoso canto que llamó su atención, él se acercó a investigar de dónde provenía el sonido. Caminó y caminó hasta que encontró detrás de unos arbustos diez puertas de madera que estaban en un ritual de adoración  a su deidad, el cielo verde.Él muy sorprendido de encontrar a otros que compartieran su visión del mundo se unió a su celebración. Después de acabar el ritual, Fígaro se presentó ante las puertas que harían parte de su nueva etapa de vida, tal vez la más  importante hasta el momento.

Este grupo comenzó a planear un ataque contra las puertas de metal, ya que ellos fueron quienes los exiliaron porque no compartían su idea de ver el cielo rojo. Meses después de haberlo planeado con tanto esfuerzo decidieron atacar la aldea esa misma noche; entraron como bestias en caballos  y Fígaro era quien  encabezaba el ejército revolucionario. Todos quedaron muy sorprendidos  porque el ejército de las puertas de metal estaba preparado para el ataque. Decenas de puertas morían cada hora que transcurría. Mientras todo esto ocurría, Fígaro estaba pasmado por la belleza de una singular puerta de metal llamada Galina que, al parecer, sentía lo mismo porque sus miradas se cruzaron en todo momento. Cuando se estaban acercando y ya estaban a punto de darse su deseado beso, una bala atravesó el corazón de Fígaro dejándolo muerto.

El ejército de las puertas de madera notó que su líder había muerto y con más rabia decidieron vengar su honor dejando así, solo a Galina y a un miembro del ejército de madera vivos. Ella, al ver que esta guerra había sido en vano, decidió arreglar las cosas al amanecer de la manera más racional, hablando. Se acercó sigilosa a conversar con él y en medio de la plática descubrió que las puertas de madera, en realidad, eran daltónicas y el motivo de su lucha era hacer respetar su condición y ser aceptados por la sociedad.

MORALEJA:no discrimines a los demás porque no sabes en que condición pueden estar.

El sentido

Este es uno de los hechos mas importantes dentro de mi vida


La música es vida 

Mi nombre es Daniela Cepeda Zúñiga, nací el 24 de julio de 1996 en Palmira, Valle del Cauca. A los seis meses tuvimos mis padres y yo tuvimos que dejar Palmira, por cuestiones de empleo, a Santander y allí viví parte mi vida, conocí gente maravillosa que me acompañó, me apoyó, con ellos lloré pero también reí, para mi es mejor disfrutar cada momento y aprovechar haber experimentado todas las cosas buenas que tiene la vida.
Soy una persona alegre, que se ríe por cualquier cosa que pase ó que digan, incluso, hasta el punto de llorar de risa; pero no voy a negar que, como cualquier ser humano, a veces siento nostalgia y tristeza, y la necesidad de llora para poder descansar de lo que siento aparece. A veces desearía no sentir ese tipo de sensaciones, quisiera únicamente disfrutar de cada segundo de mi vida, pero pienso que el sufrimiento es una de esas partes importantes del camino.

Suena cruel decirlo, pero, durante nuestra vida, el sufrimiento se infiltra como si fuese casi una obligación sentirlo, a tener un constante cambio de emociones, así como en la música, un constante cambio de matices, que es lo que la hace tan agradable y emocionante a la vez, empiezan con una hermosa melodía que después genera tensión casi indescriptible y, finalmente, resuelve al sonido más relájate, alegre y pasivo que nos deja con la boca abierta y una extraña sensación de agrado y tranquilidad.
El hecho que ha marcado mi vida completamente, fue acercarme a la música, escucharla, sentir una conexión extraña y fascinante e interpretarla me conecta mucho más a ella. Desde pequeña, he tenido contacto con ella, mi mamá solía cantarme mucho y mi papá, que no sabe cómo hacerlo, optaba por ponerme un casete.

Cuando tenía cinco años, en mi colegio se habló de una escuela de música, que hasta ahora iniciaba, y de alguna manera, sentí que ella era la que me estaba diciendo que entrara, y así fue.

A los seis años, nos mudamos, y continué ampliando mi conocimiento a cerca de música e intentar hacerlo desde la interpretación de un instrumento en particular, y por ese tiempo decidí tocar el violín. Mis padres tuvieron la oportunidad de conseguírmelo y, a su vez, quien pudiera enseñarme a interpretarlo. Cuando escuché la primera pieza ejecutada por mí, aunque bastante sencilla, quede asombrada porque por fin logré lo que anhelaba.

Tuvimos que mudarnos de nuevo, y llegamos al lugar donde pasé los mejores años de mi vida, hasta el momento, que espero no olvidar. Allá continué estudiando violín, pero hubo otro instrumento que llamo mi atención, esta vez con más fuerza, como si estuviese gritando, afortunadamente sentí sus gritos, sentí que tenía que explorar lo que se podía experimentar interpretándolo y llegué a él, y con él he durado hasta el día de hoy, con él he desahogado tristezas y rabias, he descubierto las maravillas de la música y he podido acercarme más a ese mundo maravilloso. Ese instrumento es el piano, con el que he compartido los mejores momentos durante seis años y así no sea una de las mejores intérpretes y me falte mucho camino para poder llegar a tocar esas piezas maravillosas que muchos hemos escuchado como las de Bach, Chopin, Mozart, Beethoven y otros grandes músico que se han destacado en la historia, siento que algún día podre llegar a hacerlo, y trabajare por conseguirlo.