La música es
vida
Mi nombre es Daniela Cepeda Zúñiga, nací el 24 de
julio de 1996 en Palmira, Valle del Cauca. A los seis meses tuvimos mis padres
y yo tuvimos que dejar Palmira, por cuestiones de empleo, a Santander y allí
viví parte mi vida, conocí gente maravillosa que me acompañó, me apoyó, con
ellos lloré pero también reí, para mi es mejor disfrutar cada momento y
aprovechar haber experimentado todas las cosas buenas que tiene la vida.
Soy una persona alegre, que se ríe por cualquier cosa
que pase ó que digan, incluso, hasta el punto de llorar de risa; pero no voy a
negar que, como cualquier ser humano, a veces siento nostalgia y tristeza, y la
necesidad de llora para poder descansar de lo que siento aparece. A veces
desearía no sentir ese tipo de sensaciones, quisiera únicamente disfrutar de
cada segundo de mi vida, pero pienso que el sufrimiento es una de esas partes
importantes del camino.
Suena cruel decirlo, pero, durante nuestra vida, el
sufrimiento se infiltra como si fuese casi una obligación sentirlo, a tener un
constante cambio de emociones, así como en la música, un constante cambio de
matices, que es lo que la hace tan agradable y emocionante a la vez, empiezan
con una hermosa melodía que después genera tensión casi indescriptible y, finalmente,
resuelve al sonido más relájate, alegre y pasivo que nos deja con la boca
abierta y una extraña sensación de agrado y tranquilidad.
El hecho que ha marcado mi vida completamente, fue
acercarme a la música, escucharla, sentir una conexión extraña y fascinante e
interpretarla me conecta mucho más a ella. Desde pequeña, he tenido contacto
con ella, mi mamá solía cantarme mucho y mi papá, que no sabe cómo hacerlo,
optaba por ponerme un casete.
Cuando tenía
cinco años, en mi colegio se habló de una escuela de música, que hasta ahora
iniciaba, y de alguna manera, sentí que ella era la que me estaba diciendo que
entrara, y así fue.
A los seis años, nos mudamos, y continué ampliando mi
conocimiento a cerca de música e intentar hacerlo desde la interpretación de un
instrumento en particular, y por ese tiempo decidí tocar el violín. Mis padres
tuvieron la oportunidad de conseguírmelo y, a su vez, quien pudiera enseñarme a
interpretarlo. Cuando escuché la primera pieza ejecutada por mí, aunque bastante
sencilla, quede asombrada porque por fin logré lo que anhelaba.
Tuvimos que mudarnos de nuevo, y llegamos al lugar
donde pasé los mejores años de mi vida, hasta el momento, que espero no olvidar.
Allá continué estudiando violín, pero hubo otro instrumento que llamo mi
atención, esta vez con más fuerza, como si estuviese gritando, afortunadamente
sentí sus gritos, sentí que tenía que explorar lo que se podía experimentar
interpretándolo y llegué a él, y con él he durado hasta el día de hoy, con él he
desahogado tristezas y rabias, he descubierto las maravillas de la música y he
podido acercarme más a ese mundo maravilloso. Ese instrumento es el piano, con
el que he compartido los mejores momentos durante seis años y así no sea una de
las mejores intérpretes y me falte mucho camino para poder llegar a tocar esas
piezas maravillosas que muchos hemos escuchado como las de Bach, Chopin,
Mozart, Beethoven y otros grandes músico que se han destacado en la historia,
siento que algún día podre llegar a hacerlo, y trabajare por conseguirlo.
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