La revolución de las puertas
En un planeta muy lejano habitaba la tribu Ashñagña, una
población de puertas fabulescas, donde vivía nuestro amigo Fígaro, él era una
pequeña puerta de madera revolucionaria
que creía en muchas cosas fuera de lo común, como que el cielo era verde. Sus
coterráneos opinaban que era un loco porque en realidad el cielo no era verde,
era rojo.
Un día Fígaro
estaba caminando por el bosque cuando de repente escuchó un hermoso
canto que llamó su atención, él se acercó a investigar de dónde provenía el
sonido. Caminó y caminó hasta que encontró detrás de unos arbustos diez puertas
de madera que estaban en un ritual de adoración
a su deidad, el cielo verde.Él muy sorprendido de encontrar a otros que
compartieran su visión del mundo se unió a su celebración. Después de acabar el
ritual, Fígaro se presentó ante las puertas que harían parte de su nueva etapa
de vida, tal vez la más importante hasta
el momento.
Este grupo comenzó a planear un ataque contra las
puertas de metal, ya que ellos fueron quienes los exiliaron porque no
compartían su idea de ver el cielo rojo. Meses después de haberlo planeado con
tanto esfuerzo decidieron atacar la aldea esa misma noche; entraron como
bestias en caballos y Fígaro era
quien encabezaba el ejército
revolucionario. Todos quedaron muy sorprendidos
porque el ejército de las puertas de metal estaba preparado para el
ataque. Decenas de puertas morían cada hora que transcurría. Mientras todo esto
ocurría, Fígaro estaba pasmado por la belleza de una singular puerta de metal
llamada Galina que, al parecer, sentía lo mismo porque sus miradas se cruzaron
en todo momento. Cuando se estaban acercando y ya estaban a punto de darse su
deseado beso, una bala atravesó el corazón de Fígaro dejándolo muerto.
El ejército de las puertas de madera notó que su líder
había muerto y con más rabia decidieron vengar su honor dejando así, solo a
Galina y a un miembro del ejército de madera vivos. Ella, al ver que esta
guerra había sido en vano, decidió arreglar las cosas al amanecer de la manera
más racional, hablando. Se acercó sigilosa a conversar con él y en medio de la
plática descubrió que las puertas de madera, en realidad, eran daltónicas y el
motivo de su lucha era hacer respetar su condición y ser aceptados por la
sociedad.
MORALEJA:no discrimines a
los demás porque no sabes en que condición pueden estar.
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